«Edmond Charlot (1915-2004) fundó en 1936 Las Verdaderas Riquezas. Fue mucho más que una librería.
Fue biblioteca, editorial y un lugar con el magnetismo suficiente para atraer a escritores como Albert Camus, Jean Amrouche, Emmanuel Roblès o Mouloud Feraoun. En este minúsculo establecimiento solo tenía «derecho de ciudadanía la literatura, el arte y la amistad». No importaba el idioma, la procedencia o la religión. Charlot amaba los libros por encima de todas las cosas, los convirtió en arma y en trinchera, en símbolo de resistencia y en bandera del progreso.»
Con estas palabras presenta Laura Galdeano el último libro de Kaouther Adimi, Nuestras riquezas, al que hace alusión la profesora Hélène Rufat en el programa Mediterráneo de Radio 3, que el escritor Salva Rodríguez nos ha hecho llegar al escuchar que estaba dedicado a las librerías en vías de desaparición.
Curiosamente, este escritor que pasó por Semuret en 2015 antes de terminar su vuelta al mundo en bicicleta, se refirió a la librería en su libro, Europa, en términos similares de lucha por salvaguardar un oficio que no se entiende sin el amor a los libros y que es fundamental para la supervivencia de la literatura.
«Cuando cruzo la puerta, con cierta timidez, descubro que no hay estanterías de metacrilato ni espacios amplios, Semuret es una librería apretada con olor a miles de libros apiñados por todos lados, de pasillos en los que una pareja ojeando un libro puede organizar un atasco. Sin duda, un templo anacrónico dentro del cual un adolescente puede sentirse amenazado por ese ejército enemigo del que ha escuchado hablar en el instituto y de cuya existencia dudaba, pero lo que yo siento es el alivio de un soldado que por fin llega al fuerte donde sus compañeros de armas están agolpados y resistiendo el asedio de las pantallas táctiles.
-¡Compañeros, a las armas!»
En el escaparate de aquella librería había un cartel que resumía este canto a los libros emocionante y conmovedor: «Un hombre que lee vale por dos». En la nuestra ahora cuelga uno de «Se traspasa» que sabemos que viene acompañado del aliento de todos los zamoranos que han hecho de Semuret en estos 119 años lo que es hoy.
Abrazos libreros desde Semuret.
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